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Poesía SILABAS DE ARENA PDF

pages95 Pages
release year2001
file size0.12 MB
languageSpanish

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Poesía SILABAS DE ARENA OLGA ELENA MATTEI 1962 PROLOGO La poesía de Olga Elena Mattei de Arosemena puede no estar escrita según las modas de hoy. Tampoco está pasada de moda. Porque Olga Elena no se ha preocupado de seguir moldes ni corrientes literarias, lo que con otra parte sería completamente licito. Ella no ha hecho otra cosa que entregarnos, a través de sus versos, el contenido de su corazón. Contenido simple, elemental, como el agua, y el aire, y el fuego, y la tierra. Y, como los elementos, pleno de riqueza, de variedad, de significaciones para los lectores de más diverso gusto. Qué vida interior tan honda, tan intensa, la de esta mujer, cuya juventud apenas comienza. Y es una hondura sin complicaciones artificiales. Sin infiltraciones eruditas. Algunos de los temas eternos de toda poesía: el amor al hombre, el amor al hijo, el amor a los que sufren, el dolor que impregna toda vida, se entrelazan para formar los hilos de esta poesía fascinante y cautivadora. Si queremos dejarnos llevar de la sempiterna manía clasificadora, podríamos reducir a dos grupos sus composiciones: aquellas que giran alrededor de su vida íntima, y las que reflejan el ámbito social. El tono de las primeras es absolutamente personal. En vano buscaríamos aquí la pauta trazada por algunas de las más grandes poetisas de nuestra lengua en el presente siglo. Olga Elena sólo ha querido entregarnos su alma. El júbilo de la esposa que ama y se sabe amada. El ansia de perpetuarse en el hijo y el temor a la muerte que la fecundidad puede recatar. La visión trágica y sublime del universo del niño sordomudo. Las zozobras por la ausencia del esposo. Las pequeñas desolaciones y las pequeñas e insuperables alegrías que constituyen la vida de una pareja cuando el amor auténtico –de todo el cuerpo y de toda el alma, lleno de sentimiento humano y sobre naturalizado por la gracia- la orienta y satura. Algunos eruditos podrían rebuscar en estos versos semejanzas con grandes poetas actuales: Antonio Machado –“En mi ventana abierta”-, la Mistral –“Maternidad y muerte”, “Cal viva”-, Neruda –“Sangre generosa”-. Estas coincidencias son inevitables para todo poeta que esté situado dentro de su época, aunque no pretenda seguir las modas de su época. Pero son coincidencias y no imitaciones. Qué va a imitar a nadie esta niña que sólo ha cantado por su imperativo irresistible de su sensibilidad vibrante y depurada a la vez. El otro grupo de sus poesías es el de tema social. Aquí también Olga Elena es fiel reflejo de su época. Nunca como hoy el arte ha recogido y reflejado el sufrimiento del hombre, de todos los hombres. La protesta contra la injusticia. El sentido cristiano de amor universal, aunque, a veces se oculte bajo opuestas ideologías. Nuestra escritora, corazón de mujer, de madre y de cristiana, no podía permanecer indiferente al dolor delos demás, al torturante sufrimiento de los niños inocentes, a la vida oscura de los sacrificados por la aberración económica. Y ha elaborado estos temas estéticamente, bellamente. Pero también con perfecta originalidad personal. A pesar de la plétora de poetas y de simples versificadores y prosificadores que estos años han producido, con motivo o con pretexto del tema social, los versos de Olga Elena, en este campo, no se parecen a los de nadie. Porque ha recreado sus temas con su delicadeza e intimidad de mujer. De mujer que no siente desvíos de simulación varonil ni excesos de exhibición sensiblera. Recato y franqueza, juntamente, son las notas de su feminidad. Y de toda poesía femenina suprema. Sinceridad humilde, lograda con plenitud. Cantos como “Visión”; “Juan Pedro”, “Desintegración”, “EL viento ajeno”; “Violencia”, ilustran mejor que mi imperfecto análisis, este sentido social de una de las vertientes de la poesía de la autora que comento. La forma de su canto es de una sencillez poco común en nuestra lengua, tan propensa, tan bellamente propensa a la amplificación y a la riqueza verbal. Construye ritmos sabios y perfectos, pero no se solaza en ellos, y muchas veces los rompe para destacar más, sobre la simplicidad de la forma, la riqueza del contenido sentimental. Por eso mismo es a veces voluntariamente prosaica: con un prosaísmo que se carga de poesía esencial. Y su rima es igualmente elemental; asonante, limitada, silenciosa, pero nunca pobre. En ella los elementos externos de la poesía no son sino el velo transparente, que no tiene otro fin que permitirnos verla vida que tras él palpita. Así es también su imaginería verbal y conceptual. Sus metáforas y figuras son de una sencillez temática, que contrasta admirablemente con el atrevimiento de sus significaciones. Sirvan de ejemplo, al azar, los siguientes versos de sus “Palabras para un niño sordomudo”: Todo es tuyo, porque eres dueño del silencio. Porque en tu cuerpo mudo se trizan los mundos ajenos! Nada encontramos en ellos de rebuscado, ni en las palabras ni en los objetos que representan. Pero qué riqueza imaginífica. Qué logros tan difícilmente superables. A sus amigos, a algunos de sus amigos, podrá no gustarnos la posición negativa de Olga Elena frente otras formas de construír poesía. Ella considera dignos de condenación los ritmos suntuosos y la rigidez formal. Mientras otros seguimos considerando que en escuelas literarias y artísticas no cabe, como en las ciencias exactas, exclusión. Que a la belleza se llega por los caminos más opuestos. Y que esta variedad de tendencias es una de las ventajas y una de las fascinaciones del arte. Pero esto es una observación a la manera de juzgar que nuestra amiga tiene. No a su manera de escribir, que es la que ahora va a conocer el lector, si todavía no ha sentido el noble placer de la poesía de Olga Elena Mattei. Una de las realidades positivas de la actual lírica colombiana. Y más que realidad una promesa. Porque los veros siguientes son los versos de una joven que, aunque parezca difícil, ha de superarse en el futuro. Que Dios nos la guarde. RENE URIBE FERRER INVOCACION Dios mío, estoy confusa. Muéstrame tu sabiduría cuando comienzo a dudar de tu sistema. Le diste al hombre estas pasiones ciegas, arrolladoras. ¿Qué hiciste, Dios mío? ¿No te diste cuenta de que era como darle fuego a un niño? ¿Ves cómo estamos? Y Tú, esta masa humana, ahora, ¿cómo la manejas? Pareciera la solución más loca, dejarlo a él mismo para manejar estas cosas. Y así lo has hecho. Porque eres sabio: no le armonizas con tus designios. Le dejas su albedrío y hasta le concedes la facultad de ofenderte. Aún más: ¡le perdonas! Todo, para que exista el amor en Ti, Dios, y tus criaturas. Para que el Amor sea. Para que la norma del comportamiento humano lo determine; para que sea un acto voluntario, fruto del amor, el seguir tus mandatos. Para que tu perdón sea un regalo de tu Amor. Hiciste al hombre inconstante y le ordenaste ser fiel. Le hiciste pasional, y regulaste su castidad. Le hiciste polígamo, y organizaste en tu Iglesia una civilización monógama. Hiciste a tus ministros hombres carnales, y los consagraste a la pureza. Todo parece desatinos. Danos inteligencia para vislumbrar, Dios, tu grandeza. Para que veamos que lo haces así, para que el Amor sea. Y encontremos en el amor la causa de mayores proezas, el triunfo contra todas las leyes naturales, y al mismo tiempo la razón de ser de toda la armonía. La función de las mismas fuerzas contra las cuales se rebela. Porque solamente por amor a Ti contrariamos nuestra naturaleza y sólo por nuestro amor estableciste un sistema invariable. Misterio del Amor; misterio de un Dios que se entrega. CANTOS FRATERNALES PALABRAS PARA UN NIÑO SORDOMUDO Eres un universo casi completo. Todo es tuyo, porque eres dueño del silencio. ¡Porque en tu cuerpo mudo se trizan los mundos ajenos! Vives el infinito porque no te limitas con el ruido. Vives en lo eterno. La música que piensas es incienso, las palabras ajenas son solamente besos. Tu llanto es agua sin esfuerzo en la garganta. Para tus manos casi mágicas, se convirtió el sonido en vibraciones secretas como tus oraciones más sagradas. Tú puedes escuchar todo el concierto de los planetas, y el sonido armonioso de todas las estrellas. No te llames dolor, y no estás triste porque toda canción y toda voz de hombre es tan amarga que serás más feliz sin escucharla y quizás Dios te hable directamente al alma porque tienes la gracia del silencio en tus entrañas. 1958 EL CIEGO INVOCA LA LUZ Luz, penétrame en el rostro, golpéame la cara, traspásame los poros, que sienta tu blancura en mis membranas y me ahogues los ojos. Que ilumines mi sangre por la carne de mis párpados toda bañada en rojo. Que grites mi sollozo convirtiéndote en alma de mi dolor, insuflando tu fuego en mi interior, para que siendo ciego sea llama de mi escondido mundo tenebroso. FUIMOS TU SANGRE, VIEJA CASA Todos amamos esta casa ajena, como se ama un estanque en la infancia, como un pozo extraño, mudo, indiferente, pero casi nuestro ante la propia imagen reflejada. ¡Clara casa! residencia de luz, tibieza de campana. ¿Quién nos podrá decir que eres ajena? ¡Eres más nuestra! ¡nosotros somos tus entrañas! Dulce casa, triste alcoba de lágrimas calladas, amplia entrada para que llegaran los hijos a mi abrigo, para que volvieran los amigos a las fiestas sencillas del cariño. Quieta sala, para los periódicos de todos los domingos, para la música, para las cabezas reclinadas. Intima vivienda, si no me perteneces, yo debo ser tuya, como las pajas de agua pertenecen al bosque, como una fruta seca que no es dueña del árbol, pero es hija suya y heredera. Casa, fuerte casa: entrégame tu herencia porque me voy mañana para el asilo de las piedras y los muros y las alcobas solitarias. Me llevaré a mis hijos; no han crecido sus pies como caminos, y tienen las manos todavía forradas con las mías como guantes. De ti nacieron. Va creciendo su piel bajo mi miedo como bombas de tiempo, y un día estallarán en mil pedazos para poblar el mundo con mis manos. No sabrán cómo eran míos, ¡que los hice de mí, trago por trago! Ni en su recuerdo estarás protegiéndolos, como una concha de carey o como un templo, cuando sus pies pequeños eran lentos, cuando sus pasos comenzaban apenas a caminar en las rodillas. Y tú lo olvidarás: lavábamos con agua las manchas de sus manos. Nos llevamos las camas, las almohadas, las mantas, las palabras... y el silencio. Parecías...!eras un esqueleto! pensaba que nosotros mismos habíamos roído nuestros huesos. Te pedimos perdón, y te miramos como queriendo despedirnos en voz alta... Nuestros pasos sonaban, como si tú hablaras, como si quisieras contestarnos con palmadas. Y estoy llorando ahora, cuando te recuerdo en esta nueva casa, sin saber si fuiste nuestra, o si fuimos tu sangre, sin saber si nos recuerdas, llena de gente nueva, poseída con el goce de un amante, ¡pero con el amor de una madre! Dic. 1962 CASA QUE VAS NACIENDO Casa que vas naciendo entre los helechos como una mata de adormidera, cerrando los brazos y las hojas para que mis flores duerman. Vas anidando en la hierba como una gota de rocío, inmensa. Te voy sembrando entre la tierra para que conozcas su tibieza, para que muerdas su riqueza, y luego me sepas a semilla, a trigo, a pan, a vino y a molienda. Pobre es tu arcilla, como la carne de mis manos

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