El aparato evolucionaba en el cielo con toda maestría, efectuando una serie de ejercicios acrobáticos. Obedeciendo a los mandos guiados bajo mano experta, el avión biplano describía más y más sinuosas trayectorias en el inmenso azul de los espacios. En el campo de aviación los espectadores observaban con creciente interés los movimientos de aquel aparato. El capitán Cherrell, hábil y experto aviador, clavaba su vista en el tablero de indicadores del viejo aparato. El avión de escuela «Dragón» hacía rugir su motor con frenético ronquido. El altímetro marcaba continuamente las pérdidas y aumentos de altura. Cherrell observaba por el termómetro que la temperatura del aceite aumentaba considerablemente, pero animado por el hecho de que el cuentarrevoluciones no descendía continuaba efectuando el vuelo de pruebas. El timón de dirección obedecía finamente al mando de los cables, pero por el contrario, los timones de profundidad parecían no funcionar tan finamente. En ocasiones en el momento de tirar del poste de mando hacia atrás, se encontraba cierta resistencia, que hacía que luego el aparato se encabritase elevando peligrosamente el morro. Las alas del avión se estremecían a cada golpe de aire y los tirantes de las mismas daban la sensación de que iban a partirse.

Trío de ases PDF

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